BloodLove

Si he de morir quiero que la muerte huela a ti,
que me toque con tus labios,
que me alimente del vino de tus pezones.

Que la muerte huela a ti.
Que la vida se desvanezca
entre la felinidad de tu vagina y tu reír de niña.
Ya que esta noche prefiero embarcarme al paraíso,
desde tu cuello hasta tus nalgas,
de tu cerquillo improvisado hacia las montañas de tus caderas.
Que la vida se diluya en cada poro de ese bosque que llamas piel,
de esa jungla que llamas sexo.

Y no importa que el camino que una vez surqué ya no tenga mis huellas impresas, que mi voz la hayas encerrado en el nudo de tus cabellos, que ya te hayas fumado los colores de un sueño junto a mí y que tu luto por mi nombre ya no vista en ti.

No importa quien amanezca sobre el territorio sin fronteras de tu cuerpo, no importa en cuántos labios hayas impreso la locura de tu erotismo, porque cada noche, cada día encuentro en el duelo de mis manos el sonido de tu cascabel.

En cada animal de tu marañas mentales
habitan deseos de seducción,
de ansias por bañar a la desnudez
con la saliva de tus besos.

En el bucear de tus peces de colores
que contrastan con el gris de tus escamas,
nadan los latidos ingobernables
de tu vientre no saciado.

No quiero ser humano,
anhelo retornar al bestiario,
relatos de amantes ensalivados
en el licor de tu niñez indomable.